Haciendo escala

Cruceristas con parada y fonda en Valldemossa

Valldemossa es uno de los pueblos más bonitos de Mallorca, y también de España. No es de extrañar que sea una de las excursiones más contratadas por los turistas que llegan a Palma en crucero, y que quieren aprovechar su estancia en la Isla para conocer lugares más allá de Palma y su centro histórico.

El camino desde Palma a Valldemossa es en sí una experiencia recomendable. Tan solo hay 18 kilómetros, pero pocos minutos después de dejar atrás la capital balear se entra en la Serra de la Tramuntana, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Así que atravesando montañas, con un paisaje espectacular, se llega a Valldemossa, una de las joyas de Mallorca.

Sus calles empedradas, su homogénea y cuidadísima estética, su ubicación en un valle de una belleza singular y edificios como la Real Cartuja, la iglesia de San Bartomeu y el Palacio del Rey Sancho hacen que sea una de esas visitas obligadas y que se quedan grabadas en la memoria para siempre. Dijo Frederic Chopin, quien estuvo en la Real Cartuja en el invierno de 1831 junto a su amante, George Sand, que Valldemossa es “el lugar más hermoso del mundo”.

Nosotros hemos visitado Valldemossa de la mano de Pedro Llabrés, quien en su restaurante –Ca´n Pedro- recibe a muchos turistas que quieren además de pasear y disfrutar del pueblo conocer también la verdadera gastronomía local. Ellos están especializados en cocina mallorquina, y siguen cocinando de la misma manera que sus padres, que fueron quienes empezaron con el restaurante en julio de 1967. Si hay un lugar recomendable para conocer el tumbet, la fava pelada o el frito mallorquín, es este. De alguna forma, es un viaje en el tiempo, y una demostración más de que de la mano de la gastronomía puede conocerse muy bien cómo somos y de dónde venimos; la esencia de un pueblo.

En esta entrevista Pedro Llabrés nos cuenta la historia del restaurante, y cómo es el turismo que hoy visita Valldemosa. Recibe la visita de muchos cruceristas, desde principios de temporada –abril- hasta el mes de noviembre. En su opinión,

“en Mallorca todos vivimos del turismo, directa o indirectamente, y debemos ser conscientes de ello”.

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