Protagonistas

“En todos los sitios en los que he ido de crucero me he sentido muy bien recibida”

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A los cuatro años le dijo a sus padres que de mayor haría un crucero. Y tras el primero, en 2003, ha realizado 23 más. En total 24, todos menos uno de ellos en compañía de Diego, su marido.

Bastan unos pocos minutos conversando con ella para saber que la verdadera pasión de Antonia Coll son los cruceros. Hay muchas cosas que le gustan, pero que le apasionen como embarcar en un crucero, pocas.

Siendo niña, con tan solo cuatro años de edad, después de la ver la primera versión de la película Titanic le dijo a sus padres que de mayor haría un crucero. Y aunque sería fácil entender que la pasión del momento y los sueños de la niñez le hubieran llevado a exagerar, lo cierto es que se quedó corta con lo de un crucero. Muy corta.

Le costó empezar, porque su marido, Diego, hizo la mili en la Marina y al acabar estuvo embarcado 8 años en la marina mercante. Digamos que en aquel momento había más ganas de tierra que de mar. Pero finalmente el 5 de mayo de 2003 se embarcaron en el “Flamenco”, de la desaparecida compañía Festival Cruises, para hacer aquel crucero que ella llevaba deseando toda una vida. Y que fue el primero de los 24 que ya ha realizado ella, uno más que su marido, en poco más de 10 años.

En esta entrevista Antonia Coll comparte con nosotros algunas de las experiencias vividas a bordo.

“El crucero lo hace la tripulación, para nosotros las personas del equipo son lo más importante”.

Han visitado ciudades de todo el mundo, y siempre “nos hemos sentido muy bien recibidos”. Y no son pocas, ya que en sus travesías han paseado por Barcelona, Valencia, Málaga, Tenerife, Gran Canaria, Lanzarote, Tarragona, Mahón, Ibiza, Niza, Roma, Civitaveccia, Nápoles, Malta, Túnez, Palermo, Livorno, Marsella, Mónaco, Messina, Dubrovnik, Cagliari, Heraklión, Rodas, Atenas, Estambul, Pisa, Florencia, Capri, Pompeya, Santorini, Mikonos, Kusadasi, Olbia, Agadir, Casablanca, Villefranche, San Paul de Vence, Savona, Medina di Carrara Katacolon, Tolón, Aviñón, Estocolmo, Tallín, San Petersburgo, Helsinki, Copenhague, Geiranger, Hellesylt, Flam, Olden, Bergen, Kristiansand, Andalsnes, Skjolden… Todos han sido muy especiales, aunque en sus recuerdos hay uno especial; el que hicieron en 2004 con el Grand Voyager de Iberojet (Valencia, Mónaco, Chivitaveccia, Messina, Dubrovnik, Malta y Túnez), pues allí renovaron los votos de matrimonio.

Por ello, Antonia Coll se sintió muy triste cuando vio en la televisión las imágenes de una manifestación recibiendo a un crucero en el Puerto de Palma.

“Somos mallorquines y sentimos mucho que esos turistas se llevaran esa imagen y pasaran por ese trance. Inevitablemente pensé en lo bien que nos habían tratado a nosotros en todas las ciudades, y que si nos hubiera sucedido algo así no creo ni que hubiéramos bajado del barco, y desde luego no habríamos vuelto a la ciudad”.

Por suerte, concluye,

“la mayoría de las personas en Mallorca sabemos que vivimos del turismo y que hay que cuidarlo, porque aunque tenemos una Isla maravillosa hay otros destinos que también lo son y compiten con nosotros”.

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